Aprender para servir, servir para aprender

Minerva Gebrán
Abogado, Directora de la Escuela Asersentido Internacional
y MCOA FICOP.

El valor que el aprendizaje permanente implica, no sólo para un servir más amplio, sino también para seguir creciendo y mantener encendido nuestro más profundo sentido.

La mayoría de los alumnos que decide ingresar a una formación de Coaching Ontológico, declaran que su motivación e interés nuclear es estar al servicio de otros, la vocación por servir, ayudar, acompañar, aportar al entorno y a la sociedad desde nuevas miradas, ofreciendo parte de sí mismo, sus habilidades y conocimientos en pos de un bien más grande.

De este modo, junto con transformar su propia forma de ser individual y adquirir nuevos conocimientos y herramientas, todos ellos se deciden a “Aprender para Servir”, adentrándose en un proceso de formación y aprendizaje transformacional; para luego replicar el mismo modelo con otros, a fin de ofrecerles las nuevas posibilidades que ellos han descubierto para si mismos.

Cuán esperanzadora y nutritiva resulta esta declaración de principios y compromiso, no sólo para quienes somos formadores de coaches profesionales, sino también para todos los integrantes de una sociedad que sabemos en crisis, y que además, a mi forma de ver, está tan sedienta hoy de nuevos paradigmas colaborativos, de miradas que desafíen los juicios establecidos y especialmente de actores que decidan ser protagonistas de un nuevo mundo que está queriendo emerger; y que cada vez con más premura, comienza a romper las grietas de la competitividad para hacer nacer la colaboración, la abundancia  y la interdependencia. Sin embargo, tras casi 20 años de ejercicio de esta disciplina y dirigiendo los procesos formativos, no puedo sino reflexionar y declarar con énfasis, que el mejor modo de frustrar nuestro servicio, es decidir que no necesito aprender nada más.

Seguir aprendiendo implica mantenernos despiertos a nuestras formas de ser, de relacionarnos, de actuar, de pensar. A la vez implica ser incansable en seguir formándonos, sin confundir que seamos eternos aprendices para acompañar a otros. Al contrario, que nuestra apertura a seguir formándonos vaya de la mano con nuestra mestría para servir mientras seguimos aprendiendo. También me refiero a aprender a la posibilidad de vincularnos e involucrarnos en comunidades que nos permitan maravillarnos con la creatividad que nos aparecen como humanos para servir. Y también me refiero a aprender, como interconectar las experiencias del mundo con aquello que puedo ampliar de mi, de mi servir y de mi nivel de conciencia.

Cada vez que aprendo, eso se vuelve un valor agregado para mi cliente o coachee, el universo que le entrego es más amplio, más experimentado y lo más probable es que sea más sabio. Aprender es una una inversión para servir y servir es un retorno en gratitud y amor para mi ser.

Tras todos estos años he podido constatar que aprender para servir a otros y servir a otros para seguir aprendiendo, son dos actos potentes que se vinculan tan profundamente; que al ejercerlos en paralelo ambos se tornan en uno, nutriéndose y complementándose. Creo fervientemente que mientras más aprendemos, más posibilidades tenemos de servir de una manera más contundente, y al mismo tiempo, sirviendo es que podemos aprender profundamente. En mi vida he servido de forma ininterrumpida casi dos decadas y puedo dar fe de esta experiencia. En definitiva, aprender y servir es como un continuo e infinito espiral virtuoso y nutritivo, en la que ambas experiencias se alimentan.

Sin duda muchos de quienes han consagrado su labor a acompañar a otros habrán vivido esta experiencia en primera persona, transformando cada día parte de sí para ampliar su servir a otro. También, muchos de quienes decidieron sumarse a esa consagración sin conseguir que las brasas continuaran vivas con los años, podrán haber notado que al detener ese fluir algo puede haberse estancado.

En términos del ejercicio del Coaching Ontológico el riesgo potencial de abandonar la ruta de aprendizaje o trabajo personal permanente, se produce como un estancamiento en términos evolutivos, notas cómo las conversaciones comienzan a ser más pequeñas, la capacidad de servicio se torna limitada, y al mismo tiempo la persona comienza a no tener la vida que desea tener.  La experiencia que tengo con ex alumnos que sueltan este fluir luego de un tiempo dan cuenta de mucha frustración, porque distinguen haber logrado la sensación de haberse dado cuenta y conectado con la libertad de acción en sus vidas, la posibilidad de hacer cosas y crearlas; pero como ellas se integran sólo cuando hay recurrencia, si dejas de practicarlo olvidas nuevamente, te duermes, dejas de pasar por el latir del corazón universal y eso frustra mucho ya que notas que esta vez el dormirte no es inocente como cuando habían cegueras antes de un proceso de transformación, ahora veo y sé lo que me sucedió. Tiene que ver con liderar la “responsabilidad del haberme dado cuenta”. Algo que suele pasar cuando las personas dicen: “voy a descansar” o “no voy a aprender por un tiempo”, es que la vida les pone otro desafío que les muestra que tienen que seguir aprendiendo. Creo que si no lo hacemos la vida se da la libertad para movernos, a veces de maneras inesperadas.

Una clave que considero relevante para despertar o recordar, es precisamente volver a acompañarse en coaching en donde podemos revisar y reflexionar en qué estamos y qué necesitamos. Lo otro que puede ser valioso es volver a retomar estudios que nos reconecten con el aprendizaje. Si estás certificado como coach hace unos años, a veces un programa de Profundización o un programa Avanzado es muy recomendable, porque realiza un recuento de todo lo aprendido y facilita que la gente pueda retomar, reconectarse, pulir sus competencias, volver a “conocerse” y ver las competencias que ya tiene; ya que nunca se olvidan completamente, están en algún lugar, sólo hay que volver a encender esa llama y retomar el camino del aprendizaje que finalmente es como un riel: Podemos estar un ratito de turistas y bajar del tren, pero yo creo fervientemente que los seres humanos vinimos aquí para aprender y evolucionar, y todas las instancias que tenemos en la vida nos conducen a ello.

Les insto a todos aquellos que iniciaron este camino, ejerzan actualmente o no el coaching (porque todos servimos, si no es desde el coaching lo hacemos en nuestros trabajos, familias, en la humanidad), a que después de un proceso de formación básica, se especialicen, profundicen, busquen cómo vincular esta disciplina con el don que cada uno de ustedes tiene o con lo que quieren entregar en este mundo en el ámbito que deseen.

Nuestra capacidad de servicio se enriquece en la medida que aprendemos, ampliamos nuestro mundo de posibilidades y lo podemos conectar para servir a otros, entonces cuando alguien aprende una nueva técnica, comparte un nuevo descubrimiento de su ser o integra algo que no había podido integrar, pone eso automáticamente disponible para servir, por lo tanto se vuelven más hábiles con más seres humanos, en más dominios, acrecentando su espectro y capacidad de servicio.

Les recomiendo de corazón, no sólo trabajar en ustedes mismos en los tres dominios básicos humanos, sino también integrando las diversas sabidurías que tenemos como seres espirituales teniendo esta experiencia humana. Realmente hace una diferencia relevante a la hora de servir y servirnos.

Fuente: FICOP


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